
Historia
ITeDA fue creado el 24 de noviembre de 2009 con el objetivo de promover proyectos de investigación y desarrollo (I+D) y formación de capital humano en el área de las ciencias del Universo y el estudio de astropartículas, en respuesta a las demandas y oportunidades generadas a partir de la instalación del Observatorio Pierre Auger en Argentina.
Es el primer instituto dependiente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Gracias a su contribución en el estudio y detección de astropartículas (partículas elementales y núcleos atómicos provenientes del espacio exterior), ITeDA ha logrado posicionar a Argentina a nivel internacional en ese campo.
Actualmente, también realiza investigaciones en cosmología observacional, abordando temas como la radiación cósmica de fondo, la materia oscura y la energía oscura. Desarrolla, además, tecnologías innovadoras en electrónica, telecomunicaciones, sistemas de adquisición de datos y monitoreo atmosférico.
El Instituto cuenta con instalaciones en el Centro Atómico Constituyentes (Buenos Aires), Regional Cuyo (Mendoza) y Regional Noroeste (Salta), y depende de la Gerencia de Tecnología e Investigación en Ciencias del universo, de la Gerencia de Área de Investigación, Desarrollo e Innovación de la CNEA.
Antecedentes
Se puede afirmar que el estudio de los rayos cósmicos en Argentina comenzó alrededor de 1950, en paralelo con la creación de la CNEA. En esa época, se construyó un refugio en las laderas del Cerro Laguna, cercano al Volcán Maipo en la cordillera de Los Andes, en la provincia de Mendoza. El plan original era desarrollar un observatorio con 30.000 detectores Geiger distribuidos a lo largo de 2 km², pero este proyecto nunca se llevó a cabo. Sin embargo, el refugio fue utilizado posteriormente para realizar estudios avanzados sobre radiación cósmica mediante placas nucleares.
El reconocido físico ítalo-argentino Juan G. Roederer, participó en estas investigaciones durante el verano de 1950/51, cuando aún era alumno de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEyN-UBA), junto a otros investigadores de la CNEA como Juana María Cardoso, Adulio Cichini, Beatriz Cougnet, Horacio Ghielmetti, Emma Pérez Ferreira y Pedro Waloschek. Este grupo realizó luego valiosos aportes desde el Laboratorio de Placas Nucleares y posteriormente desde el Laboratorio de Radiación Cósmica, ambos dependientes de la CNEA.
Con el objetivo de estudiar el efecto de la radiación cósmica, durante esos años se llevaron a cabo diversas expediciones científicas para recolectar datos desde diferentes puntos de la cordillera y zonas de alta montaña en las provincias de Mendoza, Neuquén y Catamarca. Los resultados de estas investigaciones fueron publicados en 1954 en la revista Mundo Atómico por Juana María Cardoso, de la CNEA.
En 1964, gracias a un convenio con la CNEA, se creó el Centro Nacional de Radiación Cósmica, uno de los primeros institutos del CONICET, establecido en la FCEyN de la UBA. El primer director de este centro fue el Dr. Roederer. En 1969 este centro se transformó en el actual Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE).
Proyecto Auger: una ventana para el estudio de las astropartículas
En 1995, un grupo de 140 físicos e ingenieros se reunió en el laboratorio del Acelerador Nacional Fermi (Fermilab), en Estados Unidos, donde completaron el diseño del observatorio de rayos cósmicos Pierre Auger, nombrado así en honor al físico francés, Pierre Victor Auger.
Tras obtener el apoyo de la Asociación para la Investigación en las Universidades, la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos, la UNESCO y la Fundación Grainger, se llevó a cabo un taller de seis meses ese mismo año. Como resultado, se elaboró un informe que explicaba la motivación científica del proyecto, los posibles sitios de ubicación y una estimación de los costos implicados.
Este informe sirvió como base para una propuesta de solicitud de fondos a los países participantes en ese momento, entre ellos Alemania, Argentina, Armenia, Australia, Brasil, China, Egipto, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Suecia y Vietnam.
Argentina ya se había postulado como país candidato para albergar el proyecto, no solo por sus valiosos antecedentes en el estudio de la radiación cósmica, sino también por el amplio cielo despejado y la gran superficie que ofrecía la Pampa Amarilla, al sur de la provincia de Mendoza. Fue así que el astrofísico argentino Dr. Alberto Etchegoyen (quien luego se convirtió en el primer director del IteDA) junto con el Dr. James Cronin (premio Nobel de Física en 1980), concluyeron que Argentina reunía las condiciones ideales para que un observatorio de estas características se hiciera realidad.
El trabajo multidisciplinario de físicos, astrofísicos, astrónomos e ingenieros de todo el mundo finalmente logró concretarse en el observatorio de rayos cósmicos más grande construido hasta el momento, ubicado en la provincia de Mendoza, entre los departamentos de Malargüe y San Rafael. Este observatorio consiste en un arreglo principal de 1.660 detectores de superficie distribuidos en una grilla hexagonal que cubre una superficie de 3.000 km², junto con cuatro edificios equipados con detectores de alta sensibilidad que observan la tenue luz de fluorescencia generada por los rayos cósmicos al ingresar a la atmósfera e interactuar con las moléculas de aire.




